Prácticamente
todos los que profesan el cristianismo han escuchado a pastores y maestros que
han declarado ciertos temas de la Biblia como doctrinas esenciales,
fundamentales para nuestra salvación. El nacimiento virginal, el Espíritu
Santo, la deidad de Cristo y la naturaleza de la expiación están entre ellos.
Por otra parte, esos pastores y maestros se apresuran a añadir que "buenos
hombres" de todas partes, que sostienen las creencias esenciales, pueden
diferir en las creencias secundarias y, debido a que su salvación está
asegurada, disfrutan de compañerismo en un espíritu de tolerancia. Considero
que esta generalización depende del asunto porque, tal como lo ilustraré,
algunas creencias secundarias generan resultados trágicos. La historia de la
cristiandad ofrece amplias ilustraciones. Asuntos secundarios tales como el
bautismo, el clero, la naturaleza del culto, ancianos y diáconos y la autoridad
de la iglesia han producido una continua historia de división, persecución y
guerra entre personas y naciones, contradiciendo la unidad por la que el Señor
Jesús oró en San Juan capítulo 17.
Algo
anda mal, entonces, en la realización de este ideal. Ciertamente, hay una
necesidad de ejercer tolerancia cuando surgen diferentes opiniones entre los
cristianos sobre doctrinas secundarias. De hecho de todas las personas que existen
los cristianos deben ser ejemplares en su aceptación de otros cristianos que
sostienen opiniones diferentes que no contradigan la deidad y la persona del
Señor Jesucristo. De hecho, en las cartas del apóstol Juan se dice a la iglesia
que debe estar en guardia solo contra el espíritu del anticristo, de donde se
infiere que no debemos preocuparnos de que nuestra experiencia y nuestro
proceso de pensamiento sean idénticos respecto a todos los temas.
Históricamente,
las advertencias relativas al espíritu del anticristo son comprensibles. Los cristianos de esa época serían la primera
generación en declarar la venida del Señor Jesús como el Mesías, hechos que las
religiones paganas y el judaísmo sin duda intentarían socavar. Los apóstoles,
por lo tanto, fueron constantes en sus advertencias de estar alertas a los
falsos maestros que se infiltrarían en las iglesias jóvenes con el fin de
enseñar el error.
¿Pero
qué pasa si la tolerancia de una doctrina secundaria subyace y apoya el caos,
la muerte y la destrucción en nuestro mundo moderno? Históricamente,
consideramos que la Inquisición española fue dirigida por paganos, que
mencionaban el nombre de Cristo pero eran intolerantes al punto de ejecutar a
los que no aceptaban todo lo que era enseñado por la iglesia romana. En el
mejor de los casos los líderes eran cristianos equivocados, y en el peor eran
instrumentos del diablo que desacreditaban la fe cristiana. Fueron demasiado
lejos.
¿Deberíamos
entonces abstenernos de tomar cualquier posición? Para responder a la pregunta
con otra pregunta, ¿no erramos igualmente si toleramos la promulgación y
enseñanza de creencias secundarias, cuando esa tolerancia trae como resultado
la muerte y destrucción de naciones y pueblos seleccionados por globalistas con
un plan imperialista? Me refiero al dispensacionalismo que, según se estima, es
aceptado por 50 millones de cristianos en todo el mundo. Este sistema de
creencias respecto a las profecías es relativamente reciente ya que surgió de
las enseñanzas de Irving y Darby en la década de 1830. Para principios del
siglo XX esa doctrina había sido consagrada en las notas de la Biblia de
Referencia Scofield que todavía se usa hoy.
Casi
diabólicamente, la publicación coincidió con el surgimiento del Sionismo, que
en la práctica pregona la "excepcionalidad" del pueblo judío respecto
a todos los demás pueblos. El sionismo, de hecho, ha florecido con el apoyo
tácito de todos aquellos que se adhieren a las creencias dispensacionalistas. Afirmo
que no hay absolutamente ninguna base bíblica o histórica para la firme
creencia de estas personas.
Pocos
dirán esto en nuestros días, porque los principios del dispensacionalismo, el
regreso de los judíos a Palestina, el arrebatamiento secreto de la iglesia y el
regreso de Cristo para gobernar por mil años son atractivos para los cristianos
que no quieren creer que sufrirán cualquier persecución significativa en los
"últimos tiempos". Por lo tanto, sobre todo entre los nuevos
cristianos, la doctrina es adoptada fácilmente.
Además,
las enseñanzas sionistas concernientes al Holocausto de la Segunda Guerra
Mundial se encuentran tan generalizadas en las sociedades occidentales que en
su mayoría las personas concuerdan fácilmente que los judíos deben recibir
algún tipo de compensación por su sufrimiento. Por lo tanto, 50 millones de dispensacionalistas
están de acuerdo en que está bien robar tierras a los árabes, porque eso apoya
su creencia de que los judíos serán reunidos nuevamente con la tierra antes del
regreso del Señor. Por lo tanto, se unen a los sionistas en la creencia de que
los palestinos son prescindibles si se oponen a verse obligados a dejar su
tierra.
Inicialmente,
la explotación del Holocausto y la farsa de los Juicios de Nuremberg sentaron
las bases para que las Naciones Unidas dieran a los judíos tierras árabes en
1948. Los palestinos recuerdan el 15 de mayo de 1948 como la "Nakba"
(catástrofe) cuando muchos palestinos fueron masacrados; su población fue
expulsada de 400 pueblos y desde entonces se les ha impuesto una indecible degradación,
sufrimiento y muerte. Los cristianos dispensacionalistas han estado entre los
que han dado su asentimiento, porque creen en el estatus eterno de una nación
judía, un factor que infunde temor a expresar cualquier oposición a las
políticas del apartheid sionista. ¿Ha oído usted el gastado cliché de "El
que toca a los judíos toca la niña de los ojos de Dios"? Los dispensacionalistas
lo creen.
Entonces,
¿cuál es la posición histórica mantenida por los cristianos durante 18 siglos?
Sin duda deberíamos estar dispuestos a considerarla. Recuerde que el 90% del
mundo cristiano da pruebas de haber aceptado ciegamente un lado sin examinar el
otro. La aceptación inequívoca del dispensacionalismo embota nuestra sensibilidad
a los sufrimientos de los palestinos y muchos otros en el mundo árabe. Sin duda,
si al examinar ambas posiciones surge una duda razonable acerca de la exactitud
del dispensacionalismo, sería mejor oponerse a las políticas de Israel incluso
por razones humanitarias, en lugar de dejar que la complicidad silenciosa
permita a Israel cometer crímenes sin oposición alguna.
Para
empezar veamos juntos un capítulo clave donde los dispensacionalistas dicen que
tienen apoyo bíblico. Abra su Biblia en Daniel 9: 24 -27.
Versículo
24: Al interpretar este pasaje
generalmente se acepta el principio de que las "semanas" son semanas
de años. Por tanto, 70 semanas son 490 años. Tenga en cuenta que el Espíritu
Santo reveló esto muchos años antes a Daniel, que era un cautivo judío de
estirpe noble en Babilonia. Por tanto, es razonable suponer que las "setenta
semanas determinadas sobre tu pueblo y tu santa ciudad" se refiere a los
judíos y a la ciudad de Jerusalén. Hay seis eventos mencionados en este
versículo.
(1)
"para terminar la prevaricación" se interpreta como una transgresión
cometida por toda la nación de Israel; llamémosla rebelión contra Dios, de la que
hay amplia evidencia.
(2)
"Poner fin al pecado" significa que el pecado ya no será un juicio
universal contra toda la humanidad. Los efectos de la "caída" de Adán
en el Jardín del Edén serán revertidos.
(3)
"Expiar la iniquidad" esto tal vez esté mejor dicho con "intercambiar
iniquidad por reconciliación", lo que significa que la comunión entre Dios
y el hombre será restaurada.
(4)
"Traer la justicia perdurable" significa que el hombre puede prever vivir
para siempre en la santa presencia de Dios.
(5)
"Sellar la visión y la profecía" significa que la profecía y las
declaraciones proféticas que predijeron estos eventos cesarán porque los
acontecimientos se han cumplido en la tierra.
(6)
"y ungir al Santo de los santos" significa revelar el Mesías, lo que
se cumplió en el bautismo de Jesús, su transfiguración en el monte y en los
acontecimientos de su ministerio, crucifixión y resurrección.
Versículo
25: en general se ocupa simbólicamente del tiempo transcurrido para que estas
cosas sucedieran. "Sabe, pues, y entiende, que desde la salida..." El
emperador Ciro de Persia dio la orden para reconstruir el templo de Jerusalén. Por la forma en que está redactado, ocurrirán
dos eventos. Desde el mandato de Ciro hasta que se reconstruya el templo transcurrirán
siete semanas o, simbólicamente, 49 años y otras 62 semanas o, simbólicamente,
434 años hasta que el Mesías muera. El resto del versículo se refiere al hecho
de que la ciudad será reconstruida con calles y murallas durante las primeras siete
semanas.
Nota:
(a) Observe
que hay que combinar los versículos 26 y 27 para obtener la secuencia correcta
ya que los eventos, tal como están escritos, parecen cruzarse. Esto no invalida
la profecía porque como lo dijo el teólogo alemán E.W. Hengstenberg en el siglo
XIX, la profecía es una sombra, imperfectamente vista, cuya cumplimiento está
por venir y por lo tanto puede y debe ser considerada como "seguridad
oculta".
(b) A pesar de que los años presentados
desde "la salida de la orden" y la
"muerte del Señor Jesús" están razonablemente cercanos, no hay problema si
usted asume la visión de Hengstenberg de que la profecía es la
esfera de Dios y que Él decide ocultar en simbolismos
lo que es definitivo
en su plan para el tiempo y
la eternidad. Es una presunción arrogante imponer un recuento literal de años
en las Escrituras y, al hacerlo, abandonar el sentido del pasaje a
cambio de otra cosa porque no se ajusta a un esquema matemático.
Versículo
26: "Y después de las sesenta y dos semanas", que fue el segundo período
entre el fin de la reconstrucción del templo y el Mesías, "se quitará la
vida al Mesías". Además dice "mas no por sí", no porque el
Mesías merecía morir, sino porque un amor más grande le convenció de morir por
los demás.
Versículo
27: " Y por otra semana confirmará el pacto con muchos". Jesús
confirmará el pacto o promesa que hizo a Abraham, que su simiente espiritual
(los nacidos del Espíritu) sería como la arena del mar. Jesús confirmó este
pacto durante la semana 70, enviando el don del Espíritu Santo (Pentecostés,
Hechos 2), durante el tiempo entre su ascensión y la destrucción del Templo en
el año 70 DC.
“y
el pueblo de un príncipe que ha de venir..." se refiere al general romano
Tito, que destruyó la ciudad de Jerusalén, derribó todas las piedras del templo
y masacró a 1,5 millones de personas.
“a
la mitad de la semana [Jesús] hará cesar el sacrificio y la ofrenda ".
La
interpretación cristiana histórica considera este pasaje como un período
dividido justificadamente en tres secciones de semanas. (1) La reconstrucción
del Templo, (2) el período intermedio que incluye el nacimiento, ministerio y
muerte del Señor Jesús y (3) el tiempo entre su ascensión y su intervención en
juicio sobre los judíos en el año 70 DC. No se puede permitir que el
literalismo desacredite esta historia. Se trata de la obra y el ministerio del
Señor Jesucristo en el sentido de venir, ministrar, morir y luego juzgar a los
judíos por su rechazo final. Este es entonces el "fin del siglo" tan
a menudo mencionado en las Escrituras. Para el pueblo judío que vivía en ese
momento el fin del siglo fue comparable a la bomba atómica de Hiroshima, solo
que peor. Los judíos había nutrido su "excepcionalismo" durante 2.000
años empezando con Abraham y ahora este tocaba a su fin. La destrucción de su
ciudad, su Templo y el sistema de sacrificios sería verdaderamente catastrófica.
En
conclusión, no hay lugar en este marco cronológico continuo para cualquier
posible argumento de insertar una futura "brecha" de más de 2.000
años que los dispensacionalistas creen que está entre la semana 69 y la semana
70. Este pasaje es acerca del Señor Jesús y su obra consumada incluyendo hasta
el año 70 D.C. Cualquier idea posterior de que Israel deba estar en la tierra o
que el Templo deba ser reconstruido y que deba reiniciarse sistema sacrificial
es una blasfemia contra Su obra sacrificial consumada. Los becerros y los machos
cabríos nunca pudieron quitar el pecado, así que cuando el Cordero de Dios se
convirtió en el sacrificio aceptable fue apropiado que él mismo levantara a
Tito para destruir el Templo y poner fin al sistema de sacrificios.
Esta
visión de Daniel 9 no es contradicha por ninguno de los escritores del Nuevo
Testamento y si esta interpretación es correcta, ¿no están los cristianos pisando
un terreno peligroso por sostener una doctrina que deriva su apoyo más de los
acontecimientos temporales y de la propaganda perniciosa que de una verdadera
exposición de las Escrituras?